Música, literatura, videojuegos
y ahora películas. Ese era nuestro proyecto, visualizar cuatro disciplinas
artísticas a través de la gastronomía, y lo hemos conseguido. A lo largo de la
exposición nos dijeron frases como "Haces cocina con alma, transmites tus
sentimientos.", "No has incumplido nada de lo prometido, nos dijiste
que nos transportaría a la infancia, y así lo ha hecho”, "Sigue así, vas
por buen camino...", "Joven emprendedor e ilusionado en su labor, lo
tienes todo", "Pocas veces encuentro un plato que me haga
pensar". Es por eso que quiero daros gracias a todos... A cada uno que os
interesasteis, a los que hicisteis críticas constructivas, a los que hicisteis
que os quisiese tanto, a los que no pudisteis venir, y a los que habéis hecho
de DeliciasBoca un blog, vosotros, los lectores. (Se nota que hoy estoy nostálgico...).
La película que escogimos para
transformar en pintxo fue "Fuera de Carta", una comedia española.
Quien la haya visto (o leído nuestra crítica), sabrá que todo empieza con una
familia separada. El padre, separado de la madre y que no ve a los hijos
durante años, es el chef de un restaurante de alta cocina en el barrio de
Chueca de Madrid. Por cosas de la vida, acaba con un pequeño restaurante de pueblo
con cocina tradicional.
Lo que hemos buscado era esa
fusión de cocina moderna con lo tradicional. Es por eso que decidimos hacer lo
más tradicional que existe, lo que hace de nuestras abuelas unas perfectas e
insuperables máquinas de cocinar, las croquetas caseras de toda la vida. Y
teniendo en cuenta que estábamos en Septiembre, decidimos utilizar frutas de
temporada (que estaba a punto de terminar): frutos rojos o frutos del bosque.
Ingredientes:
- 100g de frambuesas.
- 100g de moras.
- 50g de grosellas.
- 1 cucharada de azúcar.
- Una nuez de mantequilla.
- Una pizca de sal.
-Más o menos 1/2 litro de leche
entera.
- 2 - 3 cucharadas de harina.
- 2 huevos batidos.
- Pan rallado fino.
- Perejil.
- Ajo en polvo.
Elaboración:
Nota: Cocinar este plato bajo la
supervisión de tu madre/abuela, no llevar la contraria a la experta croquetera.
Empezaremos con la deliciosa
bechamel que tanto nos gusta a todos: En una sartén pon una nuez de mantequilla
a derretir a fuego medio-bajo, como siempre os decimos, que sea mantequilla de
la buena, de la de verdad. Es cierto que es bastante más cara, pero se nota el
sabor de verdad. Mientras ésta se derrite pon a calentar más o menos 1/2 litro
de leche en un cazo pequeño.
Una vez derretida la mantequilla
añadimos 2 o 3 cucharadas de harina y removemos para mezclar. Cocina un poco la
harina pero sin que se te queme. Después iremos añadiendo poco a poco la leche
y disolviendo la mezcla de mantequilla y harina en ella.
Cuando logremos una bechamel
espesa (un poco más de lo normal, luego al añadir los frutos del bosque
soltarán bastante juguillo) añadiremos los frutos rojos junto con una cucharada
de azúcar para que no queden ácidas las croquetas y removeremos hasta que la
bechamel se tiña de morado o rojo, dependiendo de las cantidades que añadas,
aunque con las especificadas debería de quedar un rojo algo pálido tirando para
morado.
Removemos un poco más cocinando
bien la bechamel para que no tenga sabor a harina y la retiramos del fuego.
Dejamos reposar en temperatura ambiente tapada con un paño hasta la noche, o si
la haces por la tarde, hasta el mediodía siguiente.
Una vez reposada la masa, iremos
cogiendo porciones del tamaño que deseemos con la mano, las mojaremos en huevo
y las pasaremos por el pan rallado, que previamente habremos mezclado con
perejil muy picadito y ajo en polvo, dándoles forma.
Ahora solo toca freír en
abundante aceite dándoles ese doradito tan rico y las dejaremos escurrir en
papel de cocina antes de servir. Deja templar un poquito antes de disfrutar de
esta explosión de sabores.
Nos despedimos otro mes más,
esta ha sido la última receta de Ocio al Plato, pero tranquilos porque aún
quedan más de la "mini-exposición" Comercio al Plato que hicimos para
Bilbao Ekintza.